En lo más profundo de Kentucky, en el siglo XIX, un cazador persiguió a un oso herido hasta una desconocida cueva, donde buscaba refugio. Con el tiempo, esa recién descubierta cueva fue intensamente explorada por su alto contenido en Guano, sirvió de barraca de feria al encontrarse en su interior la momia de un viejo indio disecado, fue objeto de una auténtica guerra legal por los derechos de propiedad y sirvió como sanatorio a enfermos de tuberculosis. Y a medida que se le iba dando más y más uso, parecía que la cueva no tenía fin.
Pasaban las décadas y se iba descubriendo extraña vida endémica y más restos arqueológicos, llegando a declararse Parque Nacional y a ganarse el apodo de ser la cueva más grande del mundo. Su nombre, La Cueva Colosal o Mammoth Cave.
Es en los años 70, cuando una joven espeleológa decidió buscar el final de la cueva y con ayuda de su marido, William Crowther, lo llegó a encontrar. La casualidad es que William era programador y trabajaba en ese momento en Arpanet, el “prototipo” del actual internet. Con el tiempo y movido por una serie de circunstancias personales que le impedían disfrutar de su afición a la espeleología, decidió crear un juego informático donde pudiese plasmar la emoción de explorar y descubrir galerías y secretos de una cueva. Y así nació ADVENT, bautizado posteriormente como “Colossal Cave Aventure”, la primera aventura conversacional.